Enrique Nosiglia, otra vez en el centro de la escena por el escándalo del Senado:
¿Maneja
todo en el PAMI?
¿Es socio de Barrionuevo?
¿Pagó la coima del Senado?
¿rompio la Alianza?
¿Odia a Chacho Alvarez?
¿Felgueras es su apuesta al futuro?
¿Macri es su candidato en la ciudad?
Un intento de develar el verdadero rol de uno de los personajes más misteriosos de la política argentina.
Quiero saber qué opina –es era una de las frases habituales, en esos días, de Antonio de la Rúa. El hijo del ex Presidente, que lo consulta todo el tiempo –
Es él. El que está detrás de esto, es él –gritó el vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez cuando le llegó la tapa de un semanario que contaba un supuesto affaire extramatrimonial.
Inmediatamente Nosiglia dijo QUINIENTOS por barba, haciéndose el zonzo, y recibió la inmediata respuesta de Alasino, NO TE HAGAS EL B....O abrió la mano (cinco) y dijo PALOS... –dice el famoso anónimo que leyó Chacho Alvarez sobre el episodio del Senado.
En el PAMI hay muchos negocios de Nosiglia y Barrionuevo –denunciara hace meses, por radio, la interventora del PAMI Graciela Rosso.
Las gestiones fueron realizadas por Fernando de Santibañes y Enrique Nosiglia –contó Eduardo Van der Kooy en una de sus columnas de Clarín, cuando comenzaron las versiones sobre negociaciones turbias alrededor de la reforma laboral.
En
medio de todo el escándalo, Raúl Alfonsín lo exhibió
a su lado, por lo menos dos veces: al visitar al bloque de senadores radicales
y al presidir la reunión del Comité Nacional de la UCR donde
respaldaron a los senadores. El lugar común de la política
dice que Nosiglia es un cultor del “bajo perfil”, es decir que no le gusta
salir en los diarios. Cómo sería si le gustara.
La pared donde se apoya Nosiglia, en su oficina de Corrientes y Callao,
está rayada por el roce de su sillón reclinable. Su escritorio,
negro y discreto, no tiene computadora, sí muchos papeles, carpetas
y el desorden de quien recibe decenas de personas por día. Siempre
musicaliza las charlas con FM 100 o alguna estación que difunde hits
del mes. Enfrente suyo, fotos en blanco y negro donde aparece retratada
la Coordinadora de los 80, y un solo peronista: Antonio Cafiero. Atrás,
las fotos color de su paso por el gobierno de Raúl Alfonsín
y a la izquierda, en un mueble, las imágenes de familia. El único
ausente es Fernando de la Rúa, pero su presencia está salvada
en un portarretratos de plata en su dúplex de la calle Arenales.
Nosiglia nunca fue “delarruista”, al contrario. Se enfrentó con él
por el liderazgo del radicalismo porteño, hasta que en 1991 De la
Rúa definió la batalla a su favor para siempre. En 1993 se
diferenciaron por el Pacto de Olivos: Coti fue artífice y De la Rúa,
opositor. Pero el Presidente lo llama, lo consulta y lo respeta. Coti, a
su vez, tenia varios hombres desparramados por el Ejecutivo y es el secretario
general del radicalismo. Chrystian Colombo, su ex cuñado, maneja
el Banco Nación. De Santibañes, amigo desde hace décadas,
la SID?.
También influyó directamente sobre el Presidente a través de Antonio, su hijo, o De Santibañes, otro integrante de la mesa chica; además, por su buena relación con el ex-ministro de Salud, Héctor Lombardo, y con Cecilia Felgueras. A la lista de amiguísimos de Nosiglia hay que sumar a los siguientes ex-funcionarios: el subsecretario de Desarrollo Social, Gerardo Morales; el titular de la ANSeS, Melchor Posse; el secretario de Asuntos Políticos del Ministerio del Interior, Carlos Becerra; del bloque de senadores radicales, Mario Losada; el integrante de la segunda línea de la SID?, José Luis Vila; el secretario de Atención Sanitaria, Arnoldo Castillo. En estos días, varios de ellos escucharon en esos días su interpretación sobre la crisis del Senado: hasta noviembre De la Rúa era indiscutible.
Ahora Chacho ya corre para las próximas presidenciales. Es una manera de ver la política. Pocos dirigentes piensan que alguien haga algo porque es justo, todo se analiza en términos de relaciones de poder. Y Chacho ha acumulado más en las últimas semanas que en nueve meses de gestión. LA MÁQUINA DE QUERELLAR. ¿Por qué nunca responde en público todas las acusaciones de participar en supuestos aportes económicos a Carlos Menem en la interna contra Antonio Cafiero en el ’87, las relaciones con dos de sus grandes amigos de la política José Luis Manzano y Barrionuevo, las acusaciones en el Senado y muchísimas otras?
Al
parecer, prefiere las querellas: es un querellador compulsivo. Tiene más
de una docena contra personajes tan diversos como Alvarez, Juan Bautista
Yofre (ex jefe de la SID?), Mariano Grondona, el ex gobernador Sergio Montiel
(dijo que hubo plata en el Pacto de Olivos), la periodista Gabriela Cerruti,
el diario El Cronista, la familia Fontevecchia y Alejandro Romay (les ganó
100 mil pesos a cada uno), y la lista sigue. También a la interventora
frepasista del PAMI, Graciela Rosso (reemplazante de Angel Tonietto). Rosso
dijo que Nosiglia y su amigo Luis Barrionuevo “son dueños de prestadoras
de salud del instituto y están unidos en distintos UGP (asociaciones
de clínicas y sanatorios)”. Los propios voceros de Rosso reconocen
que no tienen pruebas documentales. Sin embargo, es indudable la influencia
de Nosiglia en el PAMI, especialmente con la ex interventora Cecilia Felgueras,
con quien mantiene una excelente relación política y personal.
Coti participó en por lo menos cuatro situaciones de las gestiones
del PAMI: * Le pidieron que tranquilice a una empresa vinculada a Barrionuevo
que estaba realizando reclamos exagerados. * Protestó por un supuesto
mal manejo con su clínica de Misiones. * Pidió que se tome
en cuenta en una licitación en Morón los servicios del hospital
público Posadas. * Fue el receptor de más de 50 reclamos de
prestadores del interior del país que se quejan por distintos desmanejos
del PAMI y en algunos casos hizo llegar esas voces a la intervención.
Durante los primeros meses del Gobierno, Barrionuevo logró mantener
a sus hombres en el PAMI. Siempre fue muy elogioso de Coti: “Nos ayudaba
para que pudiéramos llevar chicos a Chapadmalal, nos daba guita en
acción social (...) Coti me devolvió la obra social, ese fue
mi gran beneficio”. La amistad alimentó las versiones de sus vínculos
comerciales, que ambos siempre negaron.
Nosiglia reconoce una buena situación económica. Tiene en
sociedad familiar una empresa constructora (Carlos Nosiglia), producción
de yerba mate y té, acciones en el Hotel Elevage de la Capital y
acciones en sanatorios y una empresa de salud. Además, un departamento
en la calle Arenales, otro sobre Paraguay y una propiedad en Misiones. EL
MISIONERO. Es Coti porque su hermana mayor deformó Enrique, Enriquito,
hasta llegar a Coti. Sus compañeros de militancia recuerdan otros
como el Mensú (un capataz de hacheros en el monte), el indio, el
negro, el mudo. El dice Coti, a secas. Llegó de Misiones a los 12
años y cinco después empezó a militar en el radicalismo.
Muchas pintadas, trompadas, tiros, peleas, cicatrices que aún mantiene
en el brazo y la idea (hoy sepultada) de “la realización de una Revolución
de Liberación Nacional que rompa los lazos de la dependencia y comience
la construcción (...) de la sociedad del futuro, sin explotadores
ni explotados, sobre bases socialistas”, como señalaba el manifiesto
de la Junta Coordinadora Nacional, “La contradicción fundamental”
(1973). Ese año (cuentan Alfredo Leuco y José A. Díaz
en Los herederos de Alfonsín), Alfonsín, con costillas fracturadas
y escoriaciones en la clínica Bazterrica, le dijo a Nosiglia, un
estudiante de 24 años: –Coti, quiero que me acompañes en una
gira por el interior con Cacho (Conrado Storani). Durante 30 días,
en una avioneta que les daba pavor, hicieron proselitismo para ganarle a
Balbín la interna del ’73. Perdieron. Pero desde entonces, Alfonsín,
más allá de algunos chispazos, le tiene gran confianza política.
El ex presidente dice de él que hay que darle dos teléfonos
y con eso le basta para hacer desastres.
En los 80, también se lo sindico de organizar un grupo de acción purificador llamado "Los Arcangeles", contactos y relaciones las cuales realizaba Becerra con los después denomidos MTP, que terminara en la famosa Tablada.
En el “Manual del operador” que alguna vez deberá escribir Nosiglia hay dos instrucciones básicas: * Ir con una de máxima y una de mínima. * Creer en la persona con la que se negocia, en su palabra. Con ellas protagonizó casi todos los acuerdos de su partido con el peronismo y el sindicalismo de los últimos años: el nombramiento de Carlos Alderete como ministro de Trabajo (uno de los dos errores políticos más grandes que reconoce) y la incorporación de gordos de la CGT a esa cartera; el Pacto de Olivos que posibilitó la reelección y los transformó a él y su amigo Luis Barrionuevo como protagonista estelares.
Fue uno de los hombres de consulta permanente de Alfonsín cuando era presidente: una señal suya podía implicar el estrellato o el congelamiento de un personaje. Era temido, odiado, respetado y sospechado.
Cuando Alfonsín se fue del poder, Nosiglia quedó con una imagen de Rasputín. Nunca pudo ni tampoco intentó revertirla. LAS REDES. Una vez por semana, Nosiglia juega al fútbol. Durante casi toda su vida fue un volante ofensivo de los que pisan las dos áreas.
Los años –hoy tiene 53– lo obligaron a retroceder a otras posiciones hasta convertirse en un marcador de punta. Un cuatro discreto y bien pegado al borde de la cancha. En su quinta, tres veces al año tiene que vérselas (junto a sus hijos) con Ricardo Bochini, el ex 10 de Independiente. Y, como esos jugadores que no lucen, es invisible, pero siempre está. El correlato político es tentador. ¿Por qué siempre está? ¿Por qué permanece más del allá de las voluntades que conserva en su partido? En los últimos veinte años Nosiglia, con paciencia de pescador, fue tejiendo redes entre las corporaciones y los actores más diversos de la vida nacional. Entre los empresarios, Amalia Lacroze de Fortabat, Eduardo Escasany, los Rocca de Techint y Oscar Vicente de Perez Companc. Entre los peronistas, José Luis Manzano, Eduardo Bauzá. En el sindicalismo, Barrionuevo, Juan Manuel Palacios. Entre los embajadores norteamericanos, James Walsh, el actual. En Boca Juniors, Mauricio Macri (con quien tiene una relación pendular), Julio Pérez (director general del grupo Planeta en la Argentina) y Roberto Digón. Y, además, todos los punteros del radicalismo, dirigentes de Franja Morada, policías, militares, miembros de la SIDE, empresarios de la salud, periodistas y más.
El ya sabe que ese es su lugar. –¿Qué es lo que le da placer en su militancia política? –Nada, no me da ningún placer –responde cuando le preguntan. Y, frente a las críticas, a su satanización, dice: “Yo no quiero que me quiera la sociedad, yo quiero que me quiera quien me quiere, mi familia, mis amigos”. Peleador, memorioso y lleno de broncas, Nosiglia concibe a las fuerzas políticas como orgas, asociaciones cerradas con códigos inquebrantables. Por eso detesta, como pocas cosas en su partido, las figuraciones, especialmente la de Rodolfo Terragno y Federico Storani. Fuera de la UCR, Alvarez.
LA BATALLA CONTRA CHACHO. Primero Chacho declaró que Nosiglia tenía “manejos perversos”. Nosiglia le respondió con una querella. Alberto Flamarique, la mejor relación de Coti en el Frepaso, gestó un encuentro. Fue tenso, no cedieron, pero acordaron convivir. La Alianza empezaba a gobernar. Chacho siempre pensó, y piensa, que Nosiglia no está jugando para la Alianza. Nosiglia nunca dejó morir la querella contra Chacho (la lleva el estudio Fontán Balestra, el mismo de Menem). Fue premonitorio. El día que Alvarez leyó el anónimo en el Senado, Nosiglia sintió que iba también por él. “H... DE P..., nos quiere ensuciar a todos, nos quiere a la misma altura del menemismo”, dijo a uno de sus amigos. Cree que las diferencias entre ellos no son políticas, sino personales. Será una de las grandes peleas de este gobierno.
Enrique Nosiglia, sigue otra vez en el centro de la escena.
¿Que está haciendo ahora?.