Volver

Con el último aliento, después de horas de pánico en las que estuvo a punto de perder la votación y con una sesión que guardó sorpresas hasta el final, el PJ logró hacer aprobar en el Senado la derogación de la Ley de Subversión Económica, tal como lo exigía el Fondo Monetario Internacional para reiniciar sus conversaciones con la Argentina.

Con la ley en la mano, y con el anuncio de que nuevas provincias firmarán los pactos fiscales de reducción de déficit, el Gobierno se apresta ahora a pedir que llegue una nueva misión del FMI para revisar los números argentinos.

La votación clave que ponía en riesgo la gestión de transición de Eduardo Duhalde —ayer nadie se animaba a aventurar qué hubiera pasado si salía en contra—, terminó en un empate entre el PJ, apoyado por dos senadores de partidos provinciales, y un amplio arco opositor que nucleó a radicales, ocho peronistas rebeldes, el Frepaso y otros partidos provinciales.

El aporte de la UCR fue clave, ya que el partido opositor facilitó en primer lugar el mínimo de los dos tercios necesarios para poder sesionar. Y fue una senadora radical, la rionegrina Amanda Isidori, quien se retiró del recinto por pedido del gobernador, Pablo Verani, para restar el único voto en contra que hubiera cambiado el resultado (ver Una retirada...).

La paridad (34 a 34) tuvo que ser desempatada por el presidente provisional del Senado, que en estos casos tiene doble voto, para que gane la derogación que pedía el Gobierno. Esa situación generó cuestionamientos anoche acerca de si se alcanzó o no la mayoría que exige la Constitución para este tipo de leyes.

Para llegar a ese final, los peronistas debieron contener la respiración: habían llegado sin red, sin los números garantizados, y ni ellos sabían cómo podía terminar todo. Sólo confiaban en que "algún opositor" desaparecería del recinto a la hora de votar, como al final sucedió.

Pero tragaron saliva cuando se supo que al liberal correntino Lázaro Chiappe lo traían desde Corrientes en un avión de la provincia de Santa Cruz para que votara en contra (ver A Kirchner...). Los senadores peronistas, que esperaban la ausencia de Chiappe, se sintieron perdidos.

Se juntaron en la presidencia de la Cámara. El jefe de la bancada, José Luis Gioja, junto a Miguel Pichetto, Mabel Muller y Carlos Verna —entre otros— tuvieron un urgente encuentro con el ministro del Interior, Jorge Matzkin, y el vocero Eduardo Amadeo para definir qué hacían. Desde allí se comunicaron varias veces con el Presidente y con muchos gobernadores, y manejaron hipótesis desesperadas como la de pasar a cuarto intermedio hasta otro día o dejar sin quórum la sesión.

Cuando entró Chiappe, entre saludos y aplausos, la senadora Muller se le fue al humo. Trató de convencerlo de cambiar su voto, y aludió al "escándalo" que le significaría su viaje de apuro en un avión estatal, hasta que la radical catamarqueña María Colombo, que estaba a su lado, les pidió que se fueran a hablar a otro lado.

Pero los opositores no las tenían todas consigo: los radicales habían traído desde Córdoba a Rubén Martí, bastante enfermo tras un paro cardíaco, y tuvo una recaída. Lo escondieron en el despacho de Maestro y allí llamaron a un médico: al final, Martí volvió y, con un hilo de voz, pudo sufragar en la votación nominal.

Pero el esfuerzo de algunos radicales fue en vano. Estuvieron todos, pero la radical Isidori cambió el resultado con su salida. Maestro la criticó públicamente, diciendo que ésa no fue una decisión del partido sino la de "un simple gobernador", en referencia al rionegrino Verani.

Pero ésa fue la ausencia decisiva que selló la suerte de la ley. Algunos dudaban ayer sobre el papel de Raúl Alfonsín, quien habló personalmente con los senadores rionegrinos: algunos creen que lo hizo para que votaran con el bloque contra la derogación de la ley, pero otros sospechan que transmitió algún mensaje de Duhalde, con quien habría hablado ayer.

Sin embargo, tras la sesión, varios opositores repararon en que la votación podría ser "trucha". ¿La razón?: que el artículo 81 de la Constitución ordena que, en estos casos de leyes que vuelven en revisión desde Diputados, se necesita una mayoría especial de la mitad más uno de los presentes. En ese caso, sobre 68 senadores presentes, ese número debería haber sido 35.

En el PJ aseguraron que se llegó a 35 por el doble voto de Maqueda, de modo que para ellos todo fue legal. Pero un grupo de opositores comenzó a preparar un embate ante la Comisión de Asuntos Constitucionales y ante la Justicia para cuestionar el resultado final.

Lo curioso de esta situación es que, si se hubiera abstenido un opositor, perdiendo hubieran ganado: salían 34 a 33 —con una abstención—; Maqueda no hubiera podido votar doble, y no se habría alcanzado la mayoría que definió el resultado.

Una retirada que definió la batalla

Fue la ausencia premeditada de una senadora radical de Río Negro, Amanda Isidori, la que hizo posible que el oficialismo tuviera aprobada una ley por la que todo el resto de la UCR votó en contra, aunque antes había facilitado los dos tercios para su tratamiento en el recinto. Para llegar a eso hubo una larga historia de presiones cruzadas, en la que terminó triunfando el gobernador Pablo Verani sobre el resto de la bancada.

Isidori mantuvo hasta el final el secreto. El primer rumor fue que los senadores rionegrinos —ella y el presidente del partido en la provincia, Luis Falcó— ni siquiera bajarían al recinto, para evitar un voto en contra de su propio bloque.

Por eso hubo algunas caras de sorpresa y hasta alguna sonrisa cuando llegaron, dos horas después del comienzo de la sesión, con caras adustas y sin hablar. No participaron del debate para conseguir los dos tercios que habilitaron el tratamiento, pero votaron. Esa fue la primera premisa que pidió Verani en una renuión en el Comité Nacional de la UCR, el martes.

Después, Isidori mantuvo la incógnita:

—¿Ya tiene decidido qué va a hacer? —le preguntó Clarín en un pasillo.

—Sí, pero es sorpresa. Hay que mantener el suspenso... —respondió, con cara enigmática y una sonrisa.

La senadora habló varias veces por teléfono y hasta participó de un encuentro, en plena sesión, con el propio Raúl Alfonsín. Fue en el Salón de Lectura, a metros del recinto, y en voz muy baja.

No está clara la participación de Alfonsín en la decisión. Unos dicen que fue "el gran tejedor y sutil estratega" de la definición para que Duhalde —con quien habría hablado a la mañana— consiguiera la ley. Otros creen que su intervención fue para convencer a los rionegrinos de votar junto al bloque en contra del Gobierno.

Desde la Casa Rosada, el Presidente siguió paso a paso la votación acompañado por el ministro del Interior, Jorge Matzkin, quien luego se fue hasta el Senado.

Isidori develó la incógnita casi al final de la sesión: "Si estoy en esta banca es gracias a mi partido, pero sobre todo gracias al gobernador, a quien me unen la lealtad y el afecto", dijo, ante el silencio sepulcral de sus colegas. Habló de "la lucha permanente de Verani por los rionegrinos y por su propia vida" —una alusión a una enfermedad que sufrió el gobernador—, y de "los compromisos de la provincia", por los 14 puntos firmados con Duhalde.

Y pidió "autorización" a sus colegas para retirarse sin votar. Sin esperarla, se levantó y se fue. Su comprovinciano Falcó, en cambio, decidió quedarse y votó junto a la UCR contra la derogación de la ley.

Algunos radicales se dijeron desmoralizados por la actitud de la senadora. Pero se resignaron a perder una votación en la que la ayuda de su bloque fue decisiva.

...Subversión Económica: fue derogada con ayuda radical