Bien... aquí estoy. No es fácil la cosa y debo reconocer que, en lo personal, la tentación de bajar los brazos está presente a cada momento. Esto es así pese a mis profundas convicciones ideológicas y (modestamente) un fuerte compromiso con la ética, la honestidad, la solidaridad y etc. adquiridos desde niño y que no puedo ni quiero cambiar. Entiendo que a esta situación la hace particularmente difícil el hecho de no tener un "enemigo" fácilmente identificable y localizable dada su inmensa facilidad para mutar y adaptarse sin abandonar sus intenciones.
Quizá me atreva a decir que el motivo primigenio de las actuaciones de los grupos que ocasionan tanto daño es simplemente la ambición DINERO-PODER o viceversa.
Todo
puede ser derribado para alcanzar estos objetivos. Convengamos que es un
mal de la humanidad.
Para colmo de males, somos un pueblo muy "desparejo", duro de
aprender, rápido para lo fácil (aunque sea injusto*) y lento
para lo difícil. Entiéndase la construcción paso a
paso, con solidaridad, con respeto y con responsabilidad. No sabría
decir cuando nos convertimos en esto que somos, ni si alguna vez el "ser"
argentino fué mejor. Hablo de la generalidad, consciente por supuesto
de las excepciones. Pero creo que con las excepciones no alcanza.
Este movimiento (C.A.) tendría que hacerse grande. O podría llamarse de otro modo, no importa; pero tendría que ser grande. Contagiar y contagiar. Con todos los medios que se disponga. A veces temo que esta movida se pierda. La fragmentación parece ser una de nuestras características. Varios pequeños movimientos que nunca llegan a ser uno grande. Claro... la gran pregunta sería ¿Cómo hacemos? Sinceramente no lo sé.
Creo que en principio es imposible sin poner el cuerpo. Ya se que suena a sacrificios pero me parece que algo de eso hará falta. Estamos en situación de no saber por donde empezar. No se cayó una pila de latas. Se cayó la estantería. Se impone entonces comenzar de nuevo.
Qué estoy haciendo? Pues bien. Reenvío material de Cambiemos Argentina a todos mis conocidos. También lo imprimo y voy con él a las radios de mi pueblo y hablo de esto. Llevo los "escraches" a algunos comercios y también los pego en el interior de los cajeros automáticos (no digan nada). Hablo de esto con mis hijos (17, 12 y 7 años) y con mis compañeros de trabajo y en las colas del banco con los conocidos y promociono las asambleas barriales (acá no se hacen).
Sospecho, por lo que pasa acá, que en el interior es muy difícil lograr que prenda la llama. En otra oportunidad intentaré fomentar cuál es a mi entender la razón de esta inacción. De todos modos, que Buenos Aires sea líder en esto de la protesta, el escrache y etc. es algo que los gobiernos utilizan en el interior para descalificar la movida (son solo los porteños); razón por la cual me parece imprescindible contagiar al interior. Hay que lograr que la argentina no termine en la General Paz. En fin... están todas las puertas abiertas para el discenso. Dudo que lo que digo ahora sea absolutamente así, pero algo de esto debe haber.
Me
quedé pensando en lo de las utopías. Le dieron duro a ese
concepto en los últimos tiempos. Son el mejor motor que he conocido.
Tienen el combustible de los "bien nacidos".
Por eso a quienes las tenemos, nos ridiculizaban tanto los pragmáticos
de arriba como los de pago chico también.
(*
digo injusto y no ilegal, porque muchas veces la ley no es justa)
Se hizo largo. Aflojo. Gracias por pedirme opinión.
Ojalá lo logremos.