Ciudadanos, Vecinos y Compatriotas Argentinos.
Los esfuerzos que se hicieron desde la Mesa del Diálogo Argentino, en la que trabajaron representantes de la Iglesia Católica y de la Organización de las Naciones Unidas, han recibido una respuesta tan fría por parte de la dirigencia política, que provoca en nosotros una mezcla de bronca y de frustración por desesperanza.
Para nuestros políticos de la corrupción, la reforma política se agota en la convocatoria a elecciones anticipadas. Algunos de ellos, amagan copiando el célebre grito "que se vayan todos" con el fin de que se disponga la caducidad de todos los mandatos legislativos para que al día siguiente vuelvan los mismos dirigentes. En cambio, para casi ningún dirigente la reforma política es aquello que debería ser: la garantía de que se terminen los nidos parasitarios en el sector público y de que menos gente viva de arriba.
La reciente advertencia del obispo de San Isidro y delegado del Episcopado al Diálogo Argentino, monseñor Jorge Casaretto, resulta en ese sentido muy ilustrativa. "Un llamado a elecciones sin una reforma política mucho más profunda generará el lógico temor de que la gente siga en su incredulidad", sentenció durante un almuerzo organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).
Es insultante la actitud pasiva que frente a las conclusiones de la Mesa del Diálogo muestra el gobierno encabezado por Duhalde. Recuérdese que a poco de iniciar su mandato presidencial, el jefe de los apátridas delincuentes, anunció que iba a ser su "programa de gobierno".
Es ya obvio que el actual gobierno no será el gobierno de transición que muchos esperaban, con el fin de que, entre otras cosas, llevara adelante la reforma política que sentara las bases de una nueva etapa en la cual empezara a desaparecer la incredulidad y la bronca que los dirigentes políticos han cultivado y diera una solución a los problemas del sistema económico, social y financiero.
Con el reciente decreto para suspender la ejecución de medidas judiciales contra la apropiación y pesificación compulsiva de depósitos bancarios en respuesta a los recursos de amparo presentados por los ahorristas, el Gobierno no sólo violó la Constitución. También demuestra cómo se busca ganar tiempo -o más bien perderlo- para que el problema del corralón financiero sea resuelto por el gobierno que vendrá y no por el actual.
Algo similar ocurre con la tan mentada como manoseada reforma política. Cualquier discusión sobre la eliminación de trabas para la presentación de candidatos independientes, o la flexibilización de los requisitos para constituir partidos políticos, o la eliminación de las listas sábana en los distritos con mayor representación parlamentaria quedarán sin resolver.
Es mucho esperar que la dirigencia haga un pedido de perdón y se comprometa públicamente al cambio, como lo ha solicitado monseñor Casaretto. Ya no podemos esperar que los sinverguenzas que ejercen el poder político dejen de mostrar tamaña insensibilidad y desidia ante propuestas orientadas a restablecer confianza en el gobierno.
Por estas razones, recomendamos a nuestros amigos y vecinos que para las próximas elecciones utilicemos el “Voto-escrache”, que consiste en ignorar total y absolutamente todos los dirigentes y los partidos que han llevado al derrumbe de nuestra Argentina.
No votaremos por Paturuzú ni por personajes ficticios ni en blanco. Votaremos si con premeditación y alevosía, castigando a los corruptos y premiando a gente nueva que demuestre saber, entender y honestidad para llevar a cabo las reformas necesarias. Debemos echar del Congreso a los representantes de la corrupción, y traer gente que promueva y se comprometa a efectuar los cambios devolviéndonos la Constitución de 1853, y la eliminación de las listas sabanas y de todos los privilegios.
Juntos, haremos justicia. Si concuerda con estas ideas, distribúyalas de la forma mas amplia posible.
MCA